Mujer wichí, como le gustaba definirse, ejemplo de lucha en favor de los más postergados. Un legado que mantendrá raíces fuertes para proteger a las nuevas hojas que broten enarbolando la bandera que durante mucho tiempo la propia Octorina supo flamear valientemente.
Ayer se daba a conocer una noticia que enluto la jornada, la partida física de Octorina Zamora. Una mujer que rompió esquemas en una provincia totalmente conservadora y que con coraje supo visibilizar y llevar los reclamos de aquellas comunidades wichí olvidadas por el Estado. Años de militancia en pos de los más desamparados.
“A las 5:36, Octorina i leiyejh hohnat, dejó la tierra”, anunciaban sus familiares. Un hecho que seguirá conmocionando por la fugaz partida de la valiente mujer wichí de 64 años quien se encontraba en la clínica donde se encontraba internada desde hacía días, en la ciudad de Salta, acompañada por sus afectos más cercanos.
Mauro Sabbadini, Presidente del Partido FELICIDAD y quien supo militar con Octorina durante los últimos años, dejo sus palabras “Nos deja de manera temprana, deja huérfanos y huérfanas en el pueblo wichí que tenían puesta esperanzas en las victorias en pos de la titularización y de derechos postergados que podían alcanzar las luchas de Octorina. En términos de militancia deja un vació inmenso que deberá ser ocupado por decenas de militantes que mantendremos en alto sus luchas y convicciones”.
“Tuvimos el honor de compartir militancia hace unos meses nomas. Octorina quería siempre reconocerse en la condición de mujer y de wichí para que las luchas que ella encarnara tuvieran un eco profundo desde el latir de su corazón en cada paso que ella diera” comentó Sabbadini.
Quien también se expresó al respecto fue la Dra Alejandra Cebrelli. “Estoy muy conmovida por la desaparición de una de las grandes dirigentes wichí que seguí en redes y medios, este año tuve la oportunidad de conocerla personalmente. Una persona que admiraba mucho y que tuvo mucho coraje para enfrentarse y tomar la voz de su lugar como mujer wichí cuando nadie la tomaba llegando así a ámbitos internacionales. Merece el mejor de los recuerdos y agradecimientos no solo por lo que hizo por las mujeres wichí sino porque representa a una de las mujeres luchadoras a las que tenemos que honrar”.
Y es que el camino de la lucha que encabezó Octorina daría inicio en los 90 cuando comenzó a gestarse como una figura destacada en la lucha por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, particularmente los de su pueblo. Desde aquella época estuvo en cada acción importante reclamando por el derecho a la titularidad del territorio de uso ancestral, también acompañó el reclamo por una educación y una salud respetuosas de la cosmovisión indígena.
Supo acompañar las audiencias en el juicio por la Masacre de Napalpí, la matanza de cientos de personas de los pueblos Qom y Moqoit, cometida el 19 de julio de 1924, en el que entonces era el Territorio Nacional del Chaco. Estos hechos fueron declarados “crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio de los pueblos indígenas”.
Octorina dedicó este año gran parte de su acción a denunciar la violencia que sufren niñas y mujeres indígenas. Tres femicidios, de las niñas Pamela Julia Flores y Florencia Torrez, en Salta, y la adolescente Jorgelina Reynoso, en el Chaco, y los muchos relatos sobre otras abusos de todo tipo que recibía, parecían darle la razón.
Y esa fue la preocupación que la acompañó hasta sus últimos días, estaba convencida de que había que llevar talleres de educación sexual a la comunidades, y se esforzaba por encontrar financiamiento para eso. En una de sus últimas declaraciones públicas, pidió al presidente Alberto Fernández que las recibiera “por ser las mujeres indígenas las primeras víctimas de terrorismo de Estado”.
Anteayer, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) le entregó a Octorina la primera distinción honorífica “Eulogio Frites”, “en reconocimiento a su trayectoria y compromiso inclaudicable en la defensa permanente de los derechos de niños, niñas, jóvenes y mujeres de los Pueblos Originarios y del medio ambiente”.
En definitiva, una trayectoria llena de lucha que llegó a planos internacionales y un reconocimiento total que será dificil borrar. Además de las expresiones personales también desde algunos otros medios la destacaron como “Mujer Estrella”, “Mujer Fortaleza”, hasta el propio INADI acompaño el pesar de la partida de Octorina. Seguramente sobrarán las palabras para englobar lo que represento para aquellas mujeres y niñas a las que tanto busco cuidar.
Lo que si queda claro es que a pesar de su desaparición física, su alma y voz residirá en las personas que sostengan la bandera que una vez supo hacerlo aquella honorable mujer wichí. La lucha continua porque si se escucha el eco, si el viento dice adiós, será que la canción llego hasta el sol…