¿Los problemas se solucionan con el Colegio de comunicadores? ¿O es otra oportunidad para los trabajadores de prensa de debatir cuales son los puntos más urgentes de un oficio que al día de hoy sigue precarizado en muchos aspectos?
Tras la presentación del Senador Provincial, Miguel Calabró, sobre un proyecto de ley para la creación de una “Colegiatura de Comunicadores”, se encendieron las alarmas y muchas voces salieron para pronunciarse sobre este planteo.
No es la primera vez que en la Cámara baja se quiera concretar esta idea, en otras oportunidades han sido otras personas las que encabezaron este proyecto que ante la misma respuesta, la del rechazo, no lograron avanzar más allá del escritorio.
Es que si nos ponemos a pensar en la consolidación de dicha Colegiatura básicamente estaríamos yendo contra lo que establece la Constitución en relación al estatuto del Periodista. Es verdad que quizás el texto haya quedado algo desactualizado y posiblemente necesite aunque sea una revisión a fin amoldarlo a tiempos actuales.
Esto también va contra lo recomendado por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos cuando en el artículo 13 hace referencia a la libertad de expresión.
Pero ¿Por qué decimos que una Colegiatura puede atentar contra este derecho fundamental? Porque estaríamos hablando de un “monopolio legal” donde los comunicadores tendrían que adherirse y esto cercenaría la libertad de asociación (que lleva implícita la de no asociarse). Tener un cuerpo legal que regule las acciones de sus miembros va en vía contraria a la labor que realizan los periodistas, comunicadores o trabajadores de prensa.
Justamente el trabajo de prensa va de la mano con la Libertad de expresión. No puede venir un cuerpo legal a decirte que estás haciendo algo indebido y por ende cambiar el curso de la noticia ya que se estaría censurando de una forma elegante y “legal” al trabajador que forma parte de la Colegiatura.
Con este proyecto de ley estamos hablando de “fraccionar” y de alguna forma discriminar a quienes hoy tienen la posibilidad de un título de grado de aquellos que no lo tienen, por diferentes motivos y circunstancias, pero que ejercen la profesión desde la práctica del día a día desde hace muchos años. Ahondaríamos en discusiones que terminan desviando lo que realmente debería importar: las mejoras en las condiciones laborales.
Es de larga data que el periodismo esta precarizado, por falta de gestión, egos e intereses individuales que se sobreponen al colectivo. El periodista es tildado de “criticar” a los demás, bueno es momento de hacer una autocrítica y reconocer que es lo que no estamos haciendo bien.
En Salta cada uno vela por su propio bien, los sindicatos mucho no ayudan porque no tienen fuerza, están constituidos legalmente pero no tienen “peso”. Esto se debe también, no solo a la falta de gestión, sino que se suma la poca participación de los comunicadores para involucrarse en estas temáticas.
En una provincia donde la gran mayoría de medios están acorralados por la pauta publicitaria para subsistir, y que el Gobierno de turno utiliza eso a su favor, porque tiene la lapicera que firma los cheques, termina por hacer que muchos se autocensuren para no contar muchas realidades. Este es un ítem importante que siempre se comenta pero no se hace nada en concreto: El pedido de la distribución equitativa de pauta publicitaria para todos los medios y no solo cifras millonarias para unas pocas empresas periodísticas.
Otro de las deudas históricas tiene que ver con la falta de acceso a la información pública por parte de las instituciones gubernamentales, algo que siempre se solicitó pero se hace caso omiso a esto.
En fin, queda mucho por recorrer en materia de hacer valer los derechos de los comunicadores. Al salir a flote de nuevo este tema de la Colegiatura, nos da otra oportunidad de dar un debate serio entre los periodistas para unir criterios y tomar fuerza para un reclamo que vaya mucho más allá que de un Colegio de comunicadores.