Después de horas de conocerse el veredicto, ante un caso que por más de dos semanas tuvo en vilo a parte de la sociedad y en la mira la justicia salteña, el resultado fue una condena de tan solo 7 años.
Durante dos semanas escuchamos a seis denunciantes, que sin conocerse entre ellas relataron casi lo mismo, con un idéntico modus operandi, quienes revivieron día tras día abusos frente a una justicia que finalmente no las escucho.
Luego de una sentencia que absolvió a Rangeón de 5 de las 6 denuncias y una breve condena de 7 años, ya nada llamó la atención. Menos el “exabrupto” final de Rangeón, porque fue el gesto que mostró a las claras la impunidad con la que siempre se manejó y hasta último momento sostuvo. El productor de modas se despidió del recinto al grito de “¡se hizo justicia!”.
Por otro lado, después de escuchar el veredicto, una de las denunciantes aseguró: ” Si no hay justicia para todas, entonces no hay justicia”, además se preguntó: “y si sale en 7 años y vuelve a hacer lo mismo”. Para la representante legal de las denunciantes, Sandra Domene, es “vergonzoso” lo que acaba de suceder.
En el medio de las audiencias afloro por lo bajo las palabras “trata de personas”, de esta manera al consultarle a Isabel Soria, ex presidenta de la Fundación Volviendo a Casa, aseguro: “Lo que marca el juicio es la impunidad con la que se maneja el violador, en este caso, el tratante, porque para mi no tiene otra respuesta” haciendo referencia a Rangeón.
Isabel Soria afirma que Rangeón cometía su manipulación bajo “el estado de vulnerabilidad” de las jóvenes, “porque consideraban que él eras una salida de trabajo y tenían que aceptar ciertas normas o conductas para lograr el éxito”, de esta manera: “le hacían creer a mujeres, chicas con sueños y esperanzas, que para llegar al éxito debían pasar por cierta vejaciones, que él se encargaba de que pasen”, concluyó Soria.
La condena era un final anunciado lo que hoy nadie comprende es el peso de esa condena, donde de cierta manera la justicia salteña le dio el visto bueno a un agresor sexual, que hasta último momento denoto sus influencias de las cuales en todo momento se jacto y luego se arrepintió, pero ya fue tarde porque al parecer alguien sí le creyó, a él, al abusador y no a las denunciantes.